domingo, 7 de agosto de 2011

Sin Retorno

de Miguel Kohan







¡Qué película tan inmisericorde y desnuda! Un hombre atropella a un joven destrozándole sólo la bicicleta. A continuación es atropellado de nuevo (y muerto) por otro joven. Éste huye y junto a sus padres eligen callar y mentir.


La película avanza a partir de ahí -sin retorno- como una rueda de molino machacando vidas y conciencias.


Primero es un documental a palo seco. Con la banda sonora desnuda vemos a los personajes llegar al momento clave del atropello y partir. Luego se convierte en un drama. El joven y su familia que quieren escapar de sus responsabilidades. El padre del muerto que clama justicia. El atropellador de bicicletas  que se le viene todo encima.  Finalmente es un thriller. El culpado sale de la cárcel y busca a los verdaderos culpables, los que le "cagaron la vida".


Las circunstancias se van complicando con cada acción. En un momento dado una persona se presenta como testigo sólo por participar en el despliegue mediático que ha conseguido el caso. Asimismo la policía y los jueces que, ineptos e indolentes, ven la oportunidad de lavar su imagen. Es clarificador cuando el juez instructor le dice a su secretaria "redactaré el auto yo personalmente  y recordame luego quien llevará el juicio oral".


En la trama encontramos retazos de otras ya clásicas como Crash, La casa de cristal (Tom Gries) o incluso Falso culpable (Hitchcock). Es una película notable con un guión de acero y una inspirada resolución que traslada la reflexión al espectador: en la escena final el culpado junta a punta de pistola al verdadero culpable y al padre "coraje". 



El hombre es prisionero. El joven de su familia. El culpado de un sistema corrupto y sin garantías, el padre de su venganza ciega.

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