sábado, 2 de julio de 2011

Batman Año Uno

de Frank Miller y David Mazzuchelli



Ahí es nada. Después de tantos años, películas, dibujos animados y aventuras sin fin, nos llega el señor Frank Miller y se dispone a volver a contarnos el comienzo de Batman. Siempre se ha dicho que todas las novelas son al fin una historia de amor y que lo que cambia es la forma de contarlo. Pues eso.


¿Y qué nos ofrece Miller?  Una narrativa propia evidentemente. Narración introspectiva, del proceso mental de los protagonistas. Ellos caminan por los callejones y nosotros escuchamos sus pensamientos, lo cual nos remite por supuesto al modo narrativo de la magistral Sin City.  Y por otra parte las múltiples historias que se entretejen hasta confluir en el escenario de todos conocido. Porque esa es otra, asistimos al nacimiento de Batman en paralelo al encumbramiento del Comisario Gordon. Las dudas sobre su propio rol, los primeros patinazos e incluso las primeras heridas. Hay una tercera historia de regalo que se narra en paralelo, el nacimiento de Catwoman. Ahí es nada.


Este florecimiento de héroes se produce en el humus putrefacto de una ciudad que se viene abajo, carcomida por la corrupción policial (esta sería la cuarta historia, la lucha del teniente Gordon contra las corruptelas del detective Flass, dispuesto a que se someta a sus tejemanejes por las buenas o por las malas) y la delincuencia.



Así que tenemos una historia de superhéroes, pero absolutamente anclada en una realidad palpitante. Vemos a Bruce salir en vaqueros en su primera noche de lucha. Vemos a Gordon  engañando a su mujer. La trama de corrupción policial casi parece de cine negro. Este es uno de los aspectos más atractivos para mí. Otro es la forma de trabar las cuatro historias. Y ya he señalado su narración introspectiva. Marca de la casa.

La acción comienza un 4 de enero, llegando a Gothan  tanto Bruce Wayne como el teniente Gordon, cada uno por sus medios, cada uno con sus problemas. Se inicia el juego que concluye  un 3 de diciembre. Entremedias encontramos prostitutas, mafiosos y espléndidas viñetas como las que ilustran las carátulas de cada uno de los cuatro capítulos en que se divide el cómic o la primera aparición de Batman entre neblinas e incluso alguna viñeta de un bar denominado Hopper, cuyo trazo homenajea al pintor homónimo. Recomendable.

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