miércoles, 11 de mayo de 2011

El Sicario de Dios

de Scott Steward







Entretenimiento del siete. Como decía el gran John Ford las películas son lo que ocurre en la pantalla y esto tiene que entretener a los espectadores. Pues bien, yo que me considero un buen aficionado al cine, me gusta en todas sus acepciones sea drama, comedia, western o ciencia ficción. Igual paladeo un Kim ki-duk, un John Sayles, un Juan José Campanella o un Lars von Trier.
Simplemente (?¿) se trata de que esté bien hecho. En este sentido me gustan las películas de género o incluso las superproducciones siempre que tengan una buena historia, estén dignamente realizadas y te hagan pasar un buen rato.

Películas sin más aspiración que entretener, que no son de autor sino de artesano y quizás no tengan mayor trascendencia: yo las llamo entretenimiento del siete. Porque si fuesen del seis o del cinco ya no sería lo mismo. Serían aburridas, tendrían algún fallo sonrojante en el guión o estarían realizadas con modorra.
Así que "El Sicario de Dios", para mí, es entretenimiento del siete. Cierto que es un pastiche de muchas pelis pero tiene una coherencia propia, no deja de avanzar y aunque es sencilla en sus aspiraciones no es simplona. Los efectos especiales son muy buenos y pasé un buen rato.

El esqueleto de la trama reitera nada menos que el de Centauros del desierto (The Searchers) de John Ford, pero no por eso tenemos que buscar un John Wayne o los diálogos de Frank S. Nugent o la cámara de Winton Hoch.

En dos pinceladas de extraordinaria animación (gracias al veterano Genndy Tartakovsky) nos sitúa en un mundo postapocalíptico por una guerra total entre hombres y vampiros. La Iglesia ha creado un cuerpo de sacerdotes experto en la lucha antivampiros y ha encerrado a la humanidad en ciudades fortificadas decretando el miedo y la sumisión (esto me suena). Pero los vampiros siguen sus ataques y además raptan a la sobrina de un sacerdote.
Rápidamente entramos en faena al rescate de la niña. El ritmo es sostenido, la acción continuada y bien rodada, el escenario espectral de un desierto blancuzco y a correr. Con sólo 87 minutos de duración la acción te lleva en volandas a la pelea final. Entremedias te has podido entretener viendo unas oscuras calles de ciudades futuras atestadas como en Blade Runner, una pelea sobre un tren a toda máquina como Matrix (allí encima de un trailer) o una persecución en motos estilo Mad Max.
Con el aprendizaje que hizo en Legión (película fallida, entretenimiento del cinco) Scott Steward ha conseguido en este caso un conjunto entretenido. Otra cosa es que hablemos de por qué las dos películas se centran tanto en Dios, los ángeles y la religión.

Dado que está basada en la exitosa novela gráfica "The Priest" del coreano Min-Woo Hyung, a lo mejor tenemos una saga a la vista.

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