viernes, 18 de febrero de 2011

Más allá de la Vida

Dir.: Clint Eastwood

¡Con qué imperceptible mano nos guía Eastwood por este emotivo drama de personajes cercados por la muerte!

Creo que el director está en lo cierto: la película no trata de si hay más allá o nuestra idea del mismo; sino de un personaje que disponiendo de un don se niega a ejercerlo.
En este sentido la película es el relato de una redención.

Se ha dicho que esto de hilar tres historias en principio inconexas que finalmente confluyen en el personaje de Matt Damon resulta repetitivo después de González de Iñárritu o Crash. Yo no creo que esté forzado y es más, creo que este relato lo demandaba.

La forma de contar que tiene Eastwood es tan personal, hoy en día tan única, que resulta un bálsamo. Las líneas puras por las que transitan los personajes, sus avatares mostrados de forma escueta y precisa, la limpidez de sus planos son un regalo.
Matt Damon está contenido y participa de la naturalidad con que Eastwood va desarrollando la película. Asimismo Lalay y los dos niños cuyo particular relato con su madre drogadicta posee entidad propia. Todo hace que la tragedia que arrastra cada personaje nos vaya impregnando poco a poco, casi en silencio.

El tsunami con que se inicia la película está rodado como sólo él puede hacerlo: con tranquilidad, con una asfixia lenta, lejos de efectismos mareantes y burdas estridencias. En su veracidad sencilla y hermosa me recuerda a los planos del astronauta sobrevolando la tierra en Space Cowboys. Supongo que Eastwood habrá pedido a Diseño de Producción lo mismo que le pidió entonces: " quiero que parezca real", sin más.
El relato interesa por muchos motivos y por supuesto conocer la vida de sus distintos personajes es uno de ellos; pero también visitamos con interés las calles y las casas donde viven y por donde transitan la mujer (presentadora de TV cuya credibilidad resulta hipócritamente dañada por hablar de sus experiencias en el límite de la muerte), el niño y el mismo protagonista.
Desde que nos deslumbrara rodando la cotidianeidad en Los Puentes de Madison County y luego nos retratara un barrio de Baltimore en "Gone, baby, gone", Eastwood ha adquirido una peculiaridad al estilo de Woody Allen, que hace de las ciudades, las calles y los ambientes un personaje más.

El final quizá resulte demasiado dulce o convencional pero tiene que ver -como toda la película- con que no es más que un drama, el conflicto de un hombre que pelea consigo mismo y que finalmente llega a aceptarse. Y en esta aceptación de uno está el acercamiento a los demás, con las manos desnudas, sin guantes.

PARSIFAL



PARSIFAL


Descubro que soy el Caballero Parsifal.
Parsifal descubre que su gesta
en busca del Grial es la gesta en busca del Grial
de todos los hombres.

En ese instante el Grial está naciendo,
fruto de un laborioso parto en todo el mundo al mismo tiempo.
Con un quejido inmenso
el mundo despierta por un momento de su letargo,
para expulsar el Grial como una piedra;
todo ha terminado;


Parsifal
olvida lo que al partir se proponía hacer,
yo olvido que soy Parsifal,
el mundo gira otra vez
y vuelve a dormirse,
y yo desaparezco.



En Ǽgipto, Pág. 362, de J. Crowley (aparece este texto atribuido a Novalis.)

sábado, 12 de febrero de 2011

Valor de Ley

de Joel y Ethan Coen

¡Qué maravilla de película! y yo que me echaba las manos a la cabeza porque no me gustan los remakes.

La novela de Charles Portis ya había sido brillantemente llevada al cine por Henry Hataway con un crepuscular John Wayne en el papel de marshall tuerto que le valió un Oscar y secundarios de lujo como Robert Duvall.

Ahora los hermanos Coen nos dicen que no han querido volver a ver la película y que sólo les interesaba filmar el libro.
Esto se hace evidente en el papel de la niña que se amplía sustancialmente confiriendo a la película nuevas facetas o en la escena de presentación del alguacil: interrogado en un juicio por una detención donde se muestra de gatillo fácil.

Desde el mismo comienzo los Coen nos deleitan con cine de altura: el primer plano casi difuso de una casa se va ampliando hasta descubrirnos un cadáver ante sus escaleras. La propia niña con voz en off nos adentra en su propia historia: han asesinado a su padre y ella a pesar de sus catorce años quiere vengar su muerte cogiendo al asesino. Mientras escuchamos, el tren llega hasta el pueblo y allí mismo mueren los raíles. Estamos en el territorio de la frontera. Los hombres solos ante la naturaleza, rodeados de polvo, chinches y forajidos.


El tono, la duración pausada de los planos, los diálogos, el montaje, todo lo que constituye el sello Coen nos hace navegar con fluidez y emoción por esta aventura donde una niña testaruda exige justicia y para ello contrata y acompaña a un alguacil borrachín, tuerto e inflexible. La jovencita Hailee Steinfeld nos regala una interpretación decidida y sobria mientras Jeff Bridges instalado ya en el olimpo de los grandes, está colosal: lo que la película transmite de drama, comedia y aventura lo hace a través de sus planos: hundido en un un infecto catre, cabalgando mientras refiere sus chascarrillos, disparando en la embosacada de la cabaña o en el famoso duelo final a caballo, con dos armas y las bridas en la boca. Pero sobretodo en muchos contraplanos silenciosos donde con elementos mínimos pero potentes da la réplica exacta tanto a la niña como al ranger Matt Damon. El cual por cierto como personaje aporta muy poco.
La película contiene homenajes a westerns ya clásicos como El hombre que mató a Liberty Valance o la más reciente Sin perdón. Viva el western.

EL OFICINISTA - de Guillermo Saccomano







Crimen y Castigo.-


Extraordinaria novela mezcla de todos los géneros -drama,thriller, ciencia ficción- que nos remite a los mundos de Kafka, Dostoievski y Philip K. Dick.

Una obra que se desarrolla en un crescendo admirable. En la primera mitad el abismo es personal, íntimo, kafkiano. En la segunda el horizonte se amplía, aparece el amor, la culpa y el crimen. Las páginas destilan pesadillas de una intensa negrura existencial.


El escenario es semejante al que pudimos ver en la excelente película "Hijos de los hombres" de Alejandro Cuarón sobre novela de P.D. James. Es un futuro pero muy inmediato: las oficinas, los coches, el subte, los ordenadores son los de hoy mismo pero también está muy presente la lluvia ácida, los días oscurecidos por el efecto invernadero, los helicópteros y sus focos rondando permanentes los cielos de la ciudad, los atentados y explosiones constantes, los perros clonados que atacan a los viandantes, los sintecho por doquier, la miseria con tintes posapocalípticos cubriendo las aceras: en una escena una india tiene un parto en plena calle, una rubia embarazada se desmaya, llega la ambulancia y se lleva a la rubia ignorando a la india y su criatura. En otra escena los amantes pasan ante una tienda de mascotas con perros, gatos, conejos, loros y peces de colores recién clonados, "con dos años de garantía" según promete el cartel.

La expresión es muy seca, casi telegráfica. Los capítulos son muy cortos, a veces sólo media página, pero siempre suponen un avance, el aporte de un dato nuevo cuando no un final intrigante que te provoca una lectura absorvente:

Al concluir un capítulo encontramos, "el compañero lo abraza. La confesión los une, le dice. Abismarse en la confesión es la esencia del alma rusa. Que no tema, lo calma. También él es reservado, dice. No le dirá a nadie lo que le contó. Abrazados, los dos lloran. Pero no lloran por la misma razón."
El comienzo del siguiente capítulo enlaza así:
"El oficinista llora de miedo.
Más le vale urdir pronto cómo eliminar al compañero."

Los párrafos están construidos con frase muy cortas. Esto nos traslada la urgencia, el vértigo de su pensamiento, la desnudez de los hechos:
"Un muchacho se descompone. Una vieja protesta. Varios retroceden con espanto. Alguien pide una ambulancia. El oficinista queda frente a la india parturienta. Se oye una sirena."

El relato se convierte en un parangón de Crimen y Castigo. Dostoievski está presente en esa labor de zapa que hurga en el oficinista, en el sentimiento de culpa acentuado por una delación cometida. Los rusos aparecen también a través del compañero de oficina que los estudia y el cual en un momento en que intiman buscando mutuo consuelo le dice: "abismarse en la confesión es la esencia del alma rusa".
Por los meandros de una mente en difícil equilibrio acecha el Otro: la esquizofrenia y la desesperanza. "Todos somos otro" piensa de sí mismo o podemos llegar a serlo. El amor es la esperanza de convertirnos en otro mejor.

La obra contiene escenas memorables y fantasmagóricas de gran potencia visual: Una tarde en los muelles ve pasar un gigantesco iceberg de hielo. Una huida por calles desiertas y perseguidos por perros clonados. O la escena en que recorre el depravado barrio de drogas, "putitas y putitos" para acabar entrando en una iglesia -casi como en trance- donde el sacerdote le ofrece un rito de liberación.

Las reflexiones sobre el amor van definiendo a cada tanto el estado psicológico del protagonista: "El amor hace que te sientas más solo". "En el amor no importa el otro. Importa lo que el otro nos hace sentir". "El amor lo recupera a uno de toda abyección".

Hipnótica.

viernes, 11 de febrero de 2011

No estoy solo

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NO ESTOY SOLO


No estoy solo en la vida como lo estoy esta noche.
El amor
tiene para mí un semblante
y unos ademanes.

Volveremos a vernos.
Podríamos contar...si nos atreviésemos, los días
que nos veremos antes de morir.

Yo moriré un día. No he pensado nunca en ello.
Tan imposible es mirar cara a cara al destino
como mirar al sol,
y sin embargo el destino es gris.

Henri Barbusse “El Infierno” pág. 10

GRAN TORINO - de Clint Eastwood









La tolerancia es un sentimiento.-

Excelente drama que recoge con sencillez y emoción la historia de un viudo excombatiente que comprueba cómo su barrio se llena de inmigrantes coreanos.

El pulso más clásico de Eastwood despliega con sencillez desarmante unas situaciones llenas de matices sobre la familia, la xenofobia, las tradiciones y en definitiva sobre la tolerancia.

En su momento algunos hablaron de un film menor; pero muchos directores hoy encumbrados quisieran para sí una obra como ésta: un relato que nos emociona con imágenes plenas de hondura y veracidad.
El cascarrabias inicial, la relación fría y lejana con sus hijos, el desprecio hacia el inmigrante, van dejando paso al espíritu solidario, a la aceptación del diferente, finalmente más cercano por auténtico que sus propios hijos. En la película se dan la mano escenas cómicas con dramáticas mientras asistimos a la interrelación irrefrenable de culturas. La tragedia aletea al cierre de la película con una sensación de que el enemigo no está precisamente fuera. A estas alturas, el relato ya ha adquirido un pleno sentido moral.

Dos escenas, una cómica: El gruñón Kowalski acude como pigmalión del muchacho coreano a su viejo peluquero, con quien mantiene una "conversación de hombres", entre insultos e improperios verbales pero sostenida por una actitud amigable y desenfadada de tono surrealista. Recuerda otra escena semejante con insultos y amistad inquebrantable, en este caso con James Woods en "Ejecución inminente".

Otra escena, dramática: el muchacho coreano va a buscarle para que le ayude en su venganza. Piensa que como él mató en la guerra de Corea puede volver a hacerlo. Pero ya no es aquel. Matar, aun en la guerra, ha sido un cáncer que le ha venido corroyendo, literalmente, toda su vida. Dedica unos planos a pensar, tomar un baño, fumar. Finalmente encierra al coreano en su sótano y va a enfrentarse sólo a la banda callejera.

El arco que describe el personaje desde el inicial desprecio hacia "los amarillos", hasta la escena final donde Kowalski ejerce de protector del más débil de los coreanos, convierte a la película en un sentido homenaje a la tolerancia.

jueves, 10 de febrero de 2011

WATCHMEN - de Alan Moore y Dave Gibbons












Todos conocemos esos novelones de los que se dice que son el compendio de una época, la novela total donde la plebe, la aristocracia, las guerras, los amores y las miserias quedan retratadas con solvencia. León Tolstoi con su Guerra y Paz o Balzac con su Comedia Humana serían buenos ejemplos. Pues bien, Watchmen, respecto al cómic, es el cómic total. Nos presenta todo un mundo alternativo cargado con un potente fardo de pasado.


Existe un grupo de superhéroes, "Los Minutemen", que cuando comienza el cómic ha dejado bien atrás su época dorada. Mientras tanto una guerra total y destructiva amenaza al mundo. En este contexto distópico unos achacosos y nostálgicos Minutemen comienzan a ser asesinados uno a uno. El único que parece darse cuenta de lo que está ocurriendo es Rorschach que, en solitario, procede a una investigación al estilo clásico de Bogart, con sombrero y gabardina.

Los flashback donde conocemos a cada superhéroe, la propia investigación de Rorscharch, el devenir de los hechos actuales con la amenaza de la guerra atómica con Rusia, los capítulos de un libro donde se cuenta la historia de los Minutemen, y el cómic (Relatos del navío negro) que un niño lee (y nosotros también) sentado en la acera junto a un kiosko.... todos estos hilos y tramas establecen un diálogo entre sí complejísimo y hermoso que hace de este tapiz una obra maestra de elevadísimo nivel.





Técnicas narrativas tan novedosas como el uso del color como elemento dramático (los flashback tiene un colorido propio, el relato del Navío Negro tiene trama de puntos como los cómics antiguos), la composición de las secuencias utilizando primerísimos planos, el cómic dentro del cómic, los símbolos recurrentes como el reloj que se acerca a la hora de la guerra o la carita amarilla, la inclusión de textos ficticios procedentes de libros y periódicos de la época como aval de veracidad..., todo resulta genial.

Distopía, ciencia ficción, intriga y terror. Sus páginas constituyen toda una catarata de ideas, un abigarrado y fascinante pastiche de géneros donde no falta el de superhéroes, el noir con la investigación de Rorsarch sobre las muertes, la ciencia ficción con el doctor Manhattan, el terror con el cómic dentro del cómic "Relatos del Navío Negro", etc.

Tienen picante los puntuales acontecimientos donde la historia de Watchmen coincide con la de nuestro siglo XX (la guerra de Vietnam, la guerra fría, el caso Watergate). Pero la presencia de los superhéroes ha variado el desenlace. Asimismo no es baladí el hecho de que estos vigilantes realmente no tienen superpoderes y la propia reflexión que ellos mismos afrontan sobre sus motivaciones y su rol en la sociedad.





































El cómic es un arte secuencial y en esta obra se realiza una exploración y muestra de todas las posibilidades que ello alberga. La narración gana en expresividad en páginas verdaderamente antológicas de secuencias de acción y movimiento, de evolución de primerísimo plano a plano general, de composición de páginas con cuadros simétricos, etc, etc. Siempre que me cruzo con algún amigo reticente al cómic le "obligo" a leer las 3 primeras páginas y quedan asombrados, ahí ya está todo: secuencias, crimen, personajes, acción.

No puedo dejar de señalar el guión y los diálogos siempre brillantes y algunas veces estratosféricos como en la secuencia en la que Rorschach está encarcelado. Tienen una mala leche y un ingenio maravillosos.
Aparte de todos los valores señalados, no conviene olvidar uno de lo más curioso: el efecto autoreferencial. Una ya famosa viñeta contiene el mensaje "¿quién vigila a los vigilantes?" Qué papel jugamos los superhéroes en la sociedad, qué nos empuja al antifaz y a las polainas?, se preguntan ellos mismos.

Claro, ¡qué podría hacer el gran Zac Snyder para trasladarlo a la pantalla! Pero yo creo que sale airoso porque las imágenes, el tono, la historia general del cómic está ahí. Por supuesto falta todo el músculo, toda la complejidad y profundidad del cómic del cual queda a distancia. Pero pese a todo la película es estimable y no resulta fallida.

domingo, 6 de febrero de 2011

Divulgación Científica

Por fin en España gozamos de normalidad en cuanto a la necesaria divulgación científica, tanto en TV como, sobretodo, en la bibliografía. Y no deja de ser curioso que esto ocurra en un momento donde ya prácticamente toda la ciencia está en la Red: los científicos, las universidades, la ciencia actualizada al minuto.
Pero hemos de congratularnos de que existan hoy colecciones que alimentan nuestra curiosidad respecto a la penetración en los secretos del universo y nuestra propia vida desde lo cuántico hasta lo astronómico.
Veánse editoriales como Tusquets (Metatemas), Crítica (Drakontos en bolsillo) o Debate. Los éxitos se entreveran incluso en editoriales generalistas como Acantilado con el superventas "La música de los números primos" de Marcus du Sautoy o la exigente Atalanta con "Los universos paralelos" de Michiu Kaku.
Creo que la prueba del aval del gran público está en la proliferación de textos en formato bolsillo donde prácticamente podemos encontrar el abanico completo de materias: física, neurociencia, paleontología, astronomía, matemáticas, etc.

Cada lector tendrá sus preferencias de temas, autores o áreas de conocimiento. Por mi parte y siendo "de letras", comencé a interesarme por la ciencia con una asignatura denominada "Metodología Científica" en la que leí un ensayo sobre " El principio de Indeterminación" de Heisenberg. Nuevos conceptos llenos de misterio calaron en mi mente y me orientaron hacia nuevas lecturas tendentes al conocimiento.
Desde esta curiosidad general y quizás amorfa quisiera recomendar un sendero de libros con los que empezar y asegurarse el placer de la lectura y la recompensa del saber:

Empezaría por "Breve historia de casi todo" de Bill Bryson, porque toca prácticamente todas las áreas y además de forma muy amena (hay momentos en que la biografía de un científico, sus excentricidades y experimentos provocan la carcajada).
Continuaría con "La aventura del Universo" de Timothy Ferris que es un amenísimo relato de cómo el hombre en la época de Aristóteles veía el cielo muy cerca de su cabeza y ahora nuestro conocimiento lo persigue a millones de años luz. En este mismo blog colgué un texto titulado "Hierro" que podría pasar por un relato de Stevenson.
Más centrados en la evolución de la vida deberíamos leer "El dedo pulgar del panda" de Stephen Jay Gould. Divulgador de éxito, paleontólogo y pensador polifacético del que basta leer un libro para convertirte en fiel lector; de tal forma logra trasladarnos su pasión científica abarcando temas de biología, astronomía, historia e incluso filosofía. Con él profundizaremos sobre el evolucionismo.

Se dice que es la asignatura del futuro, el sustrato de todo conocimiento, la neurociencia. Con artículos muy cortos y claridad expositiva que no superficial, Francisco Mora nos sumerge en los secretos de nuestro cerebro en "El Científico Curioso".Más específicos pero igualmente atractivos por el asunto que tratan y su forma de afrontarlo resultan "E= mc2" de David Bodanis, un clarificador ensayo para comprender en toda su profundidad una fórmula tan famosa que incluso aparece como logo en camisetas deportivas. Asimismo "La proporción aúrea" de Mario Livio nos invita a un viaje casi mágico al mundo de las matemáticas en su relación con el mundo físico: baste decir que esta proporción aparece en la simetría y belleza de los petalos de la rosa, en el diseño de las conchas de los moluscos y en el cuadro de Dalí "Sacramento de la última Cena". Finalmente, la historia de nuestro planeta y su problemático futuro es el asunto del completísimo "Biografía de la Tierra" del profesor Francisco Anguita.

Casi todos estos libros contienen en sus títulos, subtítulos o prólogos la palabra aventura. Estoy muy de acuerdo en que el conocimiento lo es. Hurgar en los cambios de mi ADN, escrutar el cielo, inquirir las leyes que conforman lo que me rodea, se puede convertir en una atractiva aventura incluso para cualquier lego o reticente a la ciencia. Pruébalo.

La Caja de Hueso


de Antoinette Peské

Amor. Pasión desbordante. Posesión más allá de los límites humanos. Como dijo Quevedo "amor constante más allá de la muerte".
Norbert nos cuenta la historia de su amigo inglés -John Mac Corjeag-, historia de un amor absoluto que es correspondido y disfrutado provocando a pesar de ello el derrumbe hacia la locura primero y posteriormente la muerte.

¿Amor correspondido y sin embargo insatisfecho? Sí. Del mismo modo encontramos expresiones paradójicas en el texto: "¿acaso no es una forma de consolarse del dolor la de sumergirse voluntariamente en sus profundidades?", o bien "había muerto en la realidad y la realidad sólo existe a los ojos del poeta cuando se vuelve irreal". El enamorado busca trascender la realidad de dos cuerpos y dos mentes en aras de una unión fehaciente. Busca penetrar la caja de hueso que alberga el cerebro para buscar tangiblemente el alma de la amada. La tempestuosidad de esa pasión amorosa, los abismos a los que se asoma el relato producen una emoción de la que quizás hoy en día carecemos.

La novela posee los tintes del amour fou que tanto atraía a los surrealistas. No en vano Antoinette Peské es hija del pintor Peské relacionado con los movimientos de vanguardia de principios del siglo XX.
La estructura de la novela posee unos vaivenes en forma de flashback que hace que nos sintamos como en un territorio sin tiempo donde conviven el presente y el pasado en gran parte del texto e incluso el pasado y el futuro en la parte final. Norbert nos cuenta la juventud con su amigo. Cuando posteriormente se vuelven a encontrar ya adultos, es el propio John quien relata a su amigo el hallazgo de su amor y su posterior locura. A continuación los dos son partícipes de la acción y finalmente los nietos de ambos concluyen el ciclo trágico.

El relato en muchas de sus páginas rezuma violencia, su sensibilidad tan acusada nos remite a E.T.A. Hoffmann y en suma resulta provocador. El inglés de ojos oscuros y tan brillantes que "parecían contener fuego" comienza el relato de su desventura así: “Por lo que puedo confiar en mi memoria, jamás me ha parecido que nada fuera natural”.

La tragedia es múltiple. El amante causa la desdicha y muerte de su amada. El amigo provoca una agonía horrible a quien pretendía salvar. Y finalmente los herederos de ambos parecen abocados a poner en pie de nuevo el baile de Eros y Tánatos.

viernes, 4 de febrero de 2011

Corazón tan blanco

de Javier Marías

"Mis manos son de tu color, pero me avergüenzo de llevar un corazón tan blanco", dice Lady Macbeth a su usurpador y asesino cónyuge. Este verso de Shakespeare sirve de título a la novela: una novela sobre la instigación, sobre la irreversibilidad del conocimiento, sobre el saber o el no saber (que es paralelo al ser o no ser), es decir, sobre la decisión de continuar llevando el corazón blanco o tiznarlo del conocimiento de cosas que tal vez no desearíamos saber.

"Escuchar es lo más peligroso, es saber, es estar enterado y estar al tanto, los oídos carecen de párpados que puedan cerrarlo instintivamente a lo pronunciado, no pueden guardarse de lo que presiente que va a escucharse, siempre es demasiado tarde". El protagonista prefiere no saber, consciente de lo peligroso que puede llegar a resultar escuchar.

Edmundo Paz Soldán resumen el libro con brillantez:
"Me gusta el narrador de Corazón tan blanco, la novela de Javier Marías de 1.992, por la forma en que hace de la digresión su arma principal, y parece todo el tiempo estar alejándose de la historia para volver siempre sobre ella, sinuoso, envolvente, cada vez más cargado de resonancias, hasta que éstas alcanzan masa crítica y explotan y revelan el núcleo duro del relato, la verdad sobre la importancia del secreto en las relaciones sociales, la forma en que nuestras vidas se debaten en la tensión entre el deseo de saberlo todoy el de preferir no saber nada."
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