miércoles, 30 de junio de 2010

La MIRADA del OBSERVADOR - de Marc Behm








Un pasillo lleno de puertas cerradas.-
es un libro sangriento, criminal y poético en el que sus dos personajes principales se asoman al abismo de su existencia....y se despeñan desde la misma página 30. El resto de la novela tiene la textura de una pesadilla que transcurre ágilmente durante tres décadas y alrededor de cien asesinatos.
El detective es nombrado simplemente como "el Ojo" y tiene la cualidad de convertirse en un hombre invisible a pesar de estar presente en todos los acontecimientos. La acción va saltando de ciudad en ciudad y las identidades (y pelucas) de la mujer fatal objeto de la observación, van cambiando con tal celeridad, que toda la obra podría calificarse como una desesperada huida hacia adelante.

La narración tiene detalles magistrales como el de la canción "La Paloma", que va apareciendo periódicamente constituyendo un leit motiv que une a las dos figuras. Magistral es el personaje y la escena donde aparece la psiquiatra que ejerció de Pigmalión en la juventud de Joanna Eris, la protagonista.
Pero lo más interesante es acompañar a El Ojo por ese camino roturado por la desesperación, cargado con un insoportable fardo de culpabilidad por una hija perdida. Hay páginas memorables donde El Ojo se ahoga en una pesadilla recurrente y que nos dan la medida del sufriento humano.

Existen muchos momentos en que la desintegración de su mente parece inminente, en que el trágico desenlace asoma tras la esquina, pero siempre todo continúa, como si algo les abocase a apurar hasta las heces del amargo brebaje de la vida.

El final, sencillo y directo, consiguió emocionarme.
Magnífica y acertada la colección de RBA "Clásicos de novela negra" e impagables sus prólogos donde te hacen sentir sentado en un bar charlando con un colega de algo que verdaderamente nos gusta.

lunes, 21 de junio de 2010

Rubem Fonseca y el Hombre Dragón


Desde hace bien poco veo en las librerías a Rubem Fonseca. Curioseo las solapillas de "El cobrador" editado en RBA. Semanas después puedo hojear varios de sus libros en Seix Barral. Y finalmente llego a un artículo de Javier Aparicio Maydey en Letras Libres: //http://www.letraslibres.com/index.php?sec=22&autor=Javier%20Aparicio%20Maydeu , me entero de que es el ganador la XIII Edición del Premio Juan Rulfo, 2003 y del Camoens -aunque a mí los premios ni fu ni fa-.

Fonseca nació el 11 de mayo de 1925 en Juiz de Fora, Estado de Minas Gerais, en una familia de inmigrantes portugueses. El escritor se graduó en Río de Janeiro como abogado, en 1948 y a los 27 años, empezó a trabajar como comisario de policía. De esta experiencia se benefician luego sus libros.

Es notorio que Rubem Fonseca es considerado un narrador de lo siniestro. Sus personajes son crueles, irónicos, en algunos casos ingenuos. La corrupción, el asesinato, la violencia a palo seco, la pornografía, son los reflejos que vemos en sus páginas.

Dice Elmer Mendoza sobre la obra de Rubem Fonseca que su literatura es una respuesta a la violencia descarnada que ciega a la sociedad de este tiempo.

Pues todo eso me convenció y aquí estoy después de haber leído mi primer libro de Fonseca: "Mandrake, la Biblia y el bastón" editado por La otra orilla. Son dos novelas cortas con un personaje que será emblemático de Fonseca y que se presenta a sí mismo en la primera línea: "Mi nombre es Mandrake. Soy abogado criminalista." Su peripecia vital es vitalista y muy actual. Algunas de sus páginas son como si estuviésemos viendo el telediario. El whisky, el sexo y un profundo bagaje cultural aflora por doquier. Para mí es literatura de la buena y además muy entretenida ¿alguien da más?. (ya he comenzado "Buffo & Spallanzani", llevo más de 80 páginas y es en la misma línea, pero además mejor, hummm)


Maydeu dice en su artículo: "¿Que en sus cuentos se cometen asesinatos? Eso por sí solo no condena su literatura al género negro. ¿Que sus personajes favoritos son detectives? En realidad todo gran personaje de ficción lo es de un modo u otro, ¿no? (...) el Gatopardo es un detective de conflictos sociales, Charles Kinbote un detective de textos e imposturas y Nathan Zuckerman un detective de identidades. Todos son detectives porque todos sirven a una búsqueda que llamamos literatura. Y que por sus páginas transiten policías no significa necesariamente que su ficción sea policíaca. También se pasean por ellas escritores neuróticos, prostitutas de cine negro, (...) pedófilos, inadaptados y donjuanes, funcionarios corruptos, detectives erotómanos y eruditos como el cínico e impagable Mandrake."

domingo, 13 de junio de 2010

Cuentos que acaban mal


Unas lecturas provienen de otras lecturas y suelo tener un pequeño archivo digital de notas sobre autores o literaturas aun por descubrir.
Una de esas notas se refería a la obra "El Silencio Negro" de Géza Csáth, húngaro. Hace poco, en España, la editorial El Nadir publicó una recopilación de cuentos de este autor, titulada "Cuentos que acaban mal". El libro comienza con un relato titulado "El Silencio Negro".
Dejo para el psicoanalista que cuando a mi mente llega el apelativo "húngaro", en ella se reproducen escenas de abigarrados salones decimonónicos y un par de viejecitos perversos que aparecen escondiendo al Harry Lime que con la cara de Orson Welles acechaba en la película "El Tercer hombre".
Pero vayamos al libro. En la solapa se llega a indicar que los relatos de Csáth son intensas sismografías del inconsciente. Sin que sirva de precedente lo suscribo.
El libro es muy irregular pero contiene media docena de cuentos excelentes y dos obras maestras: El silencio negro y La pequeña Enma.
El primero está hecho con el material más íntimo de un ser humano y la magia de una mente donde el tiempo se retuerce como un agujero de gusano. Distinto en muchos sentidos, en uno por lo menos, me recordó al magistral Incidente sobre el puente del río Owl de Bierce. Por su parte el relato La pequeña Enma es el retrato fidedigno de la perversidad infantil y me retrotrae a la película que hace pocos meses casi gana el oscar de Holywood, "La cinta blanca" de M. Hanecke.
Otros cuentos como El jardín del Brujo, El Cirujano, Opio o Músicos son excelentes. En el primero la infancia, los sueños y los miedos recorren escondidos callejones, en el segundo se citan la absenta y la preocupación por el tiempo y en Músicos asistimos a un ensayo sobre "la Hungría cíngara e inculta" vista a través de los ojos de unos músicos carentes de talento.
Leo por puro hedonismo y por conocer el alma humana. Querámoslo o no, las latitudes marcan los caracteres y en estos relatos el carácter centroeuropeo y la literatura están altamente representados.